No sé si eres de los que aman la navidad, o de aquellos que dicen, “no me gusta”, por no decir “preferiría pasar de largo”. ¿De qué depende esas reacciones afectivas? Supongo de muchos factores que son tremendamente circunstanciales en el tiempo y en el espacio.
Las películas de navidad que pululan en las plataformas digitales, por estos días, hablan mucho del “espíritu de la navidad”, como un tiempo de generosidad, paz, armonía y familia, ilustrado con decoraciones, festivales de Santa, galletas y otras tradiciones muy de la cultura anglosajona. En nuestras grandes urbes desde hace varias semanas, nos quieren entusiasmar en los Centros Comerciales con luces y guirnaldas para animarnos a comprar aguinaldos. Las emisoras populares ponen las tonadas y propagandas que sabemos de memoria: “de año nuevo y navidad…” y comienzan a sonar, lo que considero música de terror, vieja y desgastada y de mala calidad, para animar las fiestas, la parranda y el consumo de alcohol, con letras tristes y de despecho. Muy lejos de los lindos villancicos que sí nacieron en la tradición cristiana.
Algunas familias se esfuerzan por el encuentro, los aguinaldos y lindas tradiciones. En la mía hay algunas que son animadoras, ya que vivimos en diferentes lugares, por lo cual es una época en la que hacemos el esfuerzo de vernos y guardar algunas tradiciones lindas como ciertas comidas, las botas navideñas, los paquetes de dulces, las casas de jengibre para decorar, pero la favorita es la noche de villancicos. Un encuentro armonioso ya que casi todos somos amantes de la música y el canto, y suele sonar bonito. Todo esto a pesar de que nuestra familia no es perfecta y hemos experimentado momentos dolorosos, como cuando nuestro padre falleció precisamente el día de navidad, hace unos años.
Sin embargo, es importante reconocer, que, para no pocos, esta época puede ser de profunda tristeza, soledad y nostalgia, especialmente en las familias que están separadas y vulnerables ante la pobreza, los escases, la distancia, la enfermedad o la violencia. No es tiempo feliz y la presión de serlo, sin poder, puede llegar a ser peor y abrumadora.
Sin duda, todos soñamos con que esta época sea especial. Lo cierto es que el verdadero significado de la navidad está un poco lejos de todo esto. Incluso algunos destapan solo los regalos físicos, sin comprender el sentido verdadero de lo que significa la Encarnación del Salvador, en un pesebre.
Otros, sencillamente pasan de largo, y la viven sin pena ni gloria, más bien penando en la playa o las vacaciones, porque creen que solo es una tradición pagana, o porque están tan dolidos que lo viven en su cueva de soledad y aislamiento, haciendo caso omiso a todo. Se alejan dolorosamente, con un corazón herido, e incluso a veces podría ser como el Grinch de navidad, amargado.
En este artículo, quiero aprovechar para ilustrarte y recordarte algo vital y central, sobre el verdadero sentido de este tiempo, y espero que, si estás pasando por un tiempo de prueba y dolor, como muchos en nuestra nación, que están experimentando desesperanza y pérdida del sentido, puedas encontrar recobrar la esperanza y el propósito. Especialmente quiero llegar a los que pasan por transiciones, pruebas, enfermedades o luto a pesar del ambiente “festivo”.
El verdadero significado de la navidad no es una época, es una PERSONA que cumple la promesa más grande que Dios le hizo a la humanidad y que fue dada por el profeta Isaías, unos 750 años antes de su cumplimiento, en el año cero de nuestra era. Cuando Jesús nació, realmente no era un tiempo de jolgorio, sino de extremo sufrimiento y prueba para el pueblo. Era una época de violencia extrema contra los más vulnerables, como lo es ahora; un tiempo de corrupción y degradación, en el cual Dios responde a la gran angustia de la humanidad, con un niño en Belén, el cual iluminó con la estrella de David, y los cielos cantaron el mejor Villancico de la historia, y unos años después Galilea se llenó de Gloria por que el Salvador cuando recorrió esa tierra.
Navidad significa EMANUEL que quieres decir “Dios con Nosotros”, un diseño de salvación que es para ti y para mí. Para tu quebranto y tu lamento. Para tu familia imperfecta y quebrada. Para los tiempos de angustia y de luto. Para que sepas que Dios está contigo, cerca de tu corazón, si le permites estar eso.
“No habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos… Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”. Is 9: 1-2; 6.7
Este es el verdadero y principio de todas las cosas. ¿Quieres recobrar el sentido y reorientar este tiempo para vivirlo diferente? Ve más allá del consumo y la fiesta, porque eso que pasa. No te endeudes. No cruces los linderos. Comienza esta época con esta reflexión profunda y regresa a la verdadera fuente. Y si estás pasando por un tiempo de luto y de lamento, por un tiempo de enfermedad y de debilidad, este es el momento de recordar que tienes al “Emanuel”. Este es el momento de decirle: Jesús ven a estar conmigo. Acompáñame en este tiempo de soledad, de tristeza y de lamento. Es que él es el Príncipe de la Paz. No hay otra forma de recibir la paz, porque él dijo: Mi paz os dejo, mi paz os doy. No se las doy como el mundo la da.