En el episodio de ayer espero haberte animado a replantear tu actitud frente a la celebración, una idea que no es nuestra sino de nuestro Padre. En el episodio de hoy profundizo contigo sobre la importancia de recuperar el gozo en tu vida, no solo como un don que viene del Espíritu Santo al creyente, sino como una de las conquistas más importantes de la obra de Cristo, para sus seguidores.
En uno de los capítulos más increíbles del Antiguo Testamento escrito por uno de los sabios más importantes de la antigüedad dice en Eclesiastés 3:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar”.
Nadie puede vivir en duelo perpetuo, así como no se puede andar de fiesta en fiesta. Hay un tiempo para cada cosa, y lo cierto es que todos necesitamos recordar la importancia de vivir la vida según cada tiempo y circunstancia. Sin duda para estos tiempos necesitamos recuperar espacios de celebración sana, expresar nuestro gozo, aún en medio de los desafíos que nos depara este tiempo.
¿De qué gozo y celebración te estoy hablando hoy?
Obviamente hay celebraciones de celebraciones y hay tradiciones que se pueden emular con mucha más libertad que otras. No estoy hablando aquí de carnavales paganos, cuyo significado representa culto que han recogido festividades en honor a otros dioses como Apis de los egipcios (hace más de 5.000 años), o Baco el Romano del vino, o cualquier dios pagano (Baal), que tiene implicaciones rituales grotescas y prohibidas por Dios. De hecho, hemos sido testigos en la última celebración inaugural de los olímpicos, para nuestra lástima.
Obviamente te hablo de las celebraciones que están basadas en valores importantes como la gratitud a Dios, eventos divinos (como la Pascua), la alegría por las cosechas, la celebración del amor, los nacimientos, los aniversarios, entre otras. Una de mis fiestas favoritas es la de Acción de Gracias, la cual nació en el contexto de comunidades de creyentes que aun sabiendo que eran la mayoría inmigrantes, estaban agradecidos por la tierra que ahora les alimentaba y celebraron con los aborígenes su primera cosecha. Hermoso ese concepto: dar gracias a Dios por la tierra que ha dado sus dones, la familia que se puede alimentar y la comunidad que puede celebrar una solidaridad especial en la mesa.
La celebración saludable no es la oportunidad para el desenfreno y la maldad, sino un espacio en el que la comunidad se puede regocijar, dar gracias y conectarse. Así mismo donde se pueden exaltar valores tales como el esfuerzo, la perseverancia, la gratitud, la vida y la familia, entre otros.
Algunos “religiosos” o “amargados” se han encargado de robar los espacios de celebración a otros, lo cual es un riesgo grande, porque la celebración es parte del plan de Dios, como vimos en el episodio de ayer, y de las Buenas Noticias para los enlutados. Versa en Isaías 61:3 esta gran promesa:
“Para conceder que a los que lloran en Sión, se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia, plantío del Señor, para que Él sea glorificado”.
Les cuento la historia de un joven que llegó al ministerio de Abba Padre siendo un adolescente huérfano de 16 años y llevaba en sus bolsillos todo el paquete completo del quebranto: abuso, adicción, abandono, confusión de su identidad, descuido, negligencia, maltrato, vulnerabilidad social, temor y dolor. Como dicen a veces en mi tierra: había que agarrarlo con pinzas, porque si no se podía quebrar más. Jesús intervino pacientemente en su vida y fue redimiendo y recreando literalmente todo en su ser. Obviamente, pasó por muchos procesos como todos nosotros, y sigue en construcción. Actualmente está en otro país y sirve con nosotros como misionero, pero también el junto con una hermosa esposa ha creado un ministerio llamado “Hope”.
Estando ya cerca a sus 20 años, en uno de los retiros de “Hijos Reconciliados” que solíamos hacer, llevamos una pequeña torta para celebrar su cumpleaños. Nos dimos una escapadita a uno de los cuartos con los consiervos más cercanos y le celebramos una pequeña fiesta. Cual fue pequeña mi sorpresa cuando él con su rostro empapado en lágrimas, nos dijo: —Esta es la primera vez que celebro mi cumpleaños, gracias— Yo no lo podía creer. De manera similar, la primera vez que le tocó nuestra fiesta de Navidad donde cantamos villancicos, lo que nunca había hecho en su vida, y mucho menos era tradicional en su familia, le estábamos prestando el gozo a un huérfano que había vivido triste toda su vida.
Hasta ese momento él no tenía mayores razones para celebrar, pero estaba ocurriendo algo maravilloso, le estábamos prestando nuestro gozo para su sanidad. Ahora es el más celebrador, el que nos pide cantar villancicos hasta en su despedida de soltero, y a quien, así sea por internet, tenemos que cantarle un “Tutaina, tuturumá”, el día de su cumpleaños, el villancico colombiano más tradicional.
El dolor deja secuelas muy grandes en los seres humanos, y tiene la capacidad de enlutar el corazón para siempre, porque el corazón llora. A veces se necesita que alguien celebre por y con nosotros. Porque, así como necesitamos que alguien llore con nosotros, también necesitamos alguien que se regocije y comparta el gozo.
Hay muchos huérfanos que están esperando mentores, que están esperando que tu participes en su vida. Que celebres sus logros, que te intereses por celebrar sus grados, sus cumpleaños, porque nadie lo ha hecho. Eso es parte del ministerio poderoso y la raz{on por la cual Dios nos hace habitar en familia como dice el Salmo 68. Para que los huérfanos y las viudas tengan este regalo.
Terminemos hoy con la esencia de todo, Palabras de Jesús en Juan 15:11. “Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto”.
No te rindas porque fuiste creado para el gozo de tu Padre, pero también sé solidario. Deja la indiferencia. Preocúpate por los huérfanos. Se parte de los regalos de celebración para sus vidas. Interésate, ponlo en tu presupuesto. Hay mucho que hacer para salir de la indiferencia, pasar por el luto y llegar al gozo. Eso es parte de su plan.