Este comienzo de año ha sido marcado por situaciones trágicas e inesperadas para muchos. Un amigo ha tenido su bebé recién nacida en el hospital, situación que no se esperaban y nos cuenta que unos vecinos de cuarto tuvieron que despedir a su pequeña, quien no sobrevivió. ¿Inesperado verdad? Ellos nunca imaginaron que el resto de sus vidas la alegría de esa nueva criatura se convertiría en un camino de lágrimas y duelo.
Las primeras semanas del año han dado cuenta de múltiples accidentes de tráfico trágicos en las carreteras de nuestro país, incidentes delicados con aviones, amenazas de Tsunamis, terremotos, en fin. Y harta impresión nos ha dado ver a una ciudad como los Ángeles ardiendo en llamas, en la cual cientos lo han perdido todo.
Por donde miremos hay un desafío a estar atentos a lo que realmente está pasando con la humanidad y la tierra. Por donde miremos hay un llamado a la compasión y la solidaridad, porque alguien puede necesitar de nuestra mano amiga. Es sin duda, un llamado de Dios a servir, a orar, a estar conectados de corazón con quien lo necesita y a salir de un enfoque auto-centrado en nuestra propia prosperidad o el éxito de nuestros proyectos. Es hora de dejarnos interrumpir un poco de la vida agitada que llevamos y pensar en cómo podemos extender nuestro corazón y nuestro servicio a quienes están hoy en necesidad. No es el momento de meternos a nuestra cueva a ver series solamente o ver cómo hacemos que nuestro dinero se multiplique, es tiempo de empezar a ver más allá.
Normalmente cuando estamos planeando nuestro año bien sea de manera personal o institucional, procuramos asegurar el poner metas y objetivos claros y medibles. Pero la verdad no siempre dejamos mucho espacio para los imprevistos. Mis amigos tan contentos con su nueva hijita no tenían planeado pasar la noche de año nuevo en un hospital y menos tantas semanas ahí en cuatro paredes. Las personas que lo perdieron todo en los incendios nunca imaginaron que un día se levantarían sin un techo y quedarían solo con lo que vestían el día de la tragedia, o menos aún tener que buscar a sus seres amados y mascotas entre las cenizas. Yo no esperaba comenzar un año nuevo con tantas incertidumbres, molestias físicas y debilidad. Da un poco de temor el saber que dependemos tanto de la protección y gracia Divina para que las cosas funcionen. Tal vez sea el momento de que te des cuenta de esto y cambies tus prioridades.
Es importante planear y hacer todo como si dependiera de nosotros, pero a su vez, muy conscientes que realmente dependemos absolutamente de la misericordia de nuestro Padre Celestial. El tema es que estas tragedias ponen en evidencia esta realidad de una manera clara y contundente.
¿Te dejas interrumpir por el Espíritu Santo la agenda que tienes planeada para escuchar qué quiere de ti en un momento dado? ¿Sabes qué tan crucial es esto en el Reino de lo sobrenatural? Dios usa nuestras manos, nuestros pies, nuestra boca y nuestro corazón para cumplir sus propósitos y cada parte de esta agenda Celestial es totalmente clave y relevante. Lo misterioso es que nos puede estar oculta y será revelada solo a aquellos que se preocupan por escuchar su Voz. Recuerda que debes hacer tesoros en el cielo, donde no hay corrupción y las llamas no los pueden alcanzar.
Te cuento una historia que ilustra esto, tomada libro reciente de mi mentora y amiga Ana María Voelkel, quien nos cuenta una historia verdadera de fe en una ciudad lejana en Sudamérica, mientras se preparaban para llegar a servir a Colombia. Estando en una ciudad junto con su esposo y sus tres hijitos pequeños, y en una época en la cual no había tarjetas débito, celulares ni tecnología para mover fácilmente el dinero, cuenta ella que se encontraban solos, aislados en un pequeño apartamento y su cheque de donativos no llegaba, pues en esa época los misioneros recibían sus ofrendas en sobres en cheques físicos. Pasaban las semanas y no llegaba la provisión, mientras lo poco que tenían de dinero se iba rápidamente; poco a poco el refrigerador quedó vacío. Ese día con desesperación ella clamó a Dios por ayuda en esta situación crítica, para poder alimentar a su familia. Llegaron noticias muy difíciles de que el correo que venía en barco, cruzando el Canal de Panamá, había terminado en el fondo del mar, porque el capitán se vio abrumado, porque en la época de navidad los envíos eran sobrecogedores. Cuando llegó su esposo Javier, la mala noticia es que ese día no hubo correo, ni cheque para poder comprar alimentos.
Ana María solo oró y el Espíritu Santo le dijo: ¡pon la mesa! Y así lo hizo en fe, pues solo tenían agua. Me puedo imaginar la oración y la agonía en ese momento. A los pocos minutos tocaron la puerta. Era una mujer desconocida que llegaba con una cena completa para toda la familia, postre incluido. La señora tampoco los conocía y relató que estaba en su tiempo de oración y escuchó una directriz concreta del Espíritu Santo que le decía que debía llevar una cena completa a sus vecinos. Que grata sorpresa ¿verdad? y que lección de fe y dependencia de Dios tuvo esta familia ese día.
Me ha impresionado mucho esa historia y me recuerda otras tantas de provisión de Dios sobrenatural. Esto relata la importancia y urgencia de vivir atentos a la dirección diaria de Dios; a su Voz.
Me ha pasado que bien sea alguien me llama porque sintió una urgencia de orar por mí, o Dios me pone la tarea de ofrendar para un viaje misionero de alguien. O como pasó milagrosamente en mi tiempo de enfermedad, cuando mucho enviaron sus ofrendas generosas y yo pude cubrir la increíble cantidad de dinero que gasté en medicinas, puedo decirles que fueron millones. Cuando Dios te interrumpa la agenda con un motivo de oración o te intriga para que hagas algo concreto por alguien, déjate interrumpir; son benditas interrupciones, pues sus caminos son mucho más altos que los tuyos.
Podemos tener nuestra vida súper planeada y una agenda muy llena. La pregunta es: ¿hay espacio para esas claves interrupciones de Dios? Sí, quizás te desvían de lo que tienes pensando, pero sin duda te conectan con una agenda secreta, misteriosa y poderosa que Dios tiene para ti. ¿No te parece emocionante participar de sus planes y propósito que son Eternos y tienen frutos para siempre?
Es muy sencillo: la vida pueden ser solo metas o proyectos o personas y amor. ¿Qué crees que vale más la pena? Una epístola breve y contundente nos dejó el apóstol Juan en su tercera carta en la cual encontramos entre los v.2 y 9 lo siguiente que le escribe a su amigo Gayo y nos ilustra muy bien su filosofía de vida:
Querido amigo, espero que te encuentres bien, y que estés tan saludable en cuerpo, así como eres fuerte en espíritu. Hace poco regresaron algunos de los maestros itinerantes y me alegraron mucho cuando me contaron de tu fidelidad y que vives de acuerdo con la verdad. No hay nada que me cause más alegría que oír que mis hijos siguen la verdad.
Querido amigo, le eres fiel a Dios cada vez que te pones al servicio de los maestros itinerantes que pasan por ahí, aunque no los conozcas. Ellos le han contado a la iglesia de aquí de tu cariñosa amistad. Te pido que sigas supliendo las necesidades de esos maestros tal como le agrada a Dios; pues viajan en servicio al Seño y no aceptan nada de los que no son creyentes. Por lo tanto, somos nosotros los que debemos apoyarlos y así ser sus colaboradores cuando enseñan la verdad.
Le escribí a la iglesia acerca de esto, pero Diótrefes—a quien le encanta ser el líder—no quiere tener nada que ver con nosotros.
Dos tipos de líderes vemos aquí: el que tiene su proyecto centrado en el amor y el servicio a quienes lo pueden necesitar, mientras el otro solo es amador de sí mismo, le encanta el liderazgo y no solo no hace el bien, sino que hace daño a los propósitos de Dios.
Planea tu año diferente. Céntrate más en personas que solo en proyectos. Está atento a la Agenda Divina y deja espacio para estas benditas interrupciones del Espíritu de Dios.
Que tengas muchas bellas sorpresas y tus tesoros celestiales se multipliquen mucho en este año.