Rescate para cada ocasión. En la segunda parte de Salmo 35, dice lo siguiente, Vengan hijos míos y escuchenme y les enseñaré a temer al Señor. ¿Quieren vivir una vida larga y próspera? Entonces refrenas tu lengua de hablar el mal y tus labios de decir mentiras.
Apartate del mal y haz el bien. Busca la paz y esfuércate por mantenerla. Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno.
Sus oídos están abiertos a sus gritos de auxilio. Pero el Señor aparta su rostro de los que hacen lo malo. Borrará todo recuerdo de ellos de la faz de la tierra.
El Señor oye los suyos cuando claman a Él por ayuda. Los rescata en todas sus dificultades. El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón.
Rescata los espíritus destrozados. Y noten este detalle, versículo 19. La persona integra en frente a muchas dificultades.
Pero el Señor llega al rescate en cada ocasión. Pues el Señor protege los huesos de los justos. Ni uno solo es quebrado.
Sin duda, la calamidad alcanzará los perversos. Y los que odian a los justos serán castigados. Pero el Señor redimirá a los que les sirven.
Ninguno que se refugie en Él será condenado. Rescate en cada ocasión. Como pueden ver en los almos que hemos estado viendo esta semana, hay una pauta que conecta.
Los que temen al Señor y los que no le temen. Los que claman a Él por ayuda o los que andan por sus propios caminos. Los que buscan consejo o los que son obstinados.
Los que hacen el bien o los que tienen un corazón perverso. Los que están en angustia pero tienen ayuda. Y los que están en angustia pero desfallecen porque no tienen el temor de Dios.
¿Qué es el temor de Dios? Es uno de esos temas difíciles. Pero aquí dice una promesa hermosa. Versículo 11.
Vengan hijos míos y escúchenme y les enseñaré a temer al Señor. ¿Has hecho esa oración alguna vez? Sinceramente creo que así. Yo no la he hecho como dice este salvo.
Señor, enséñame a temerte. Enséñame a hacer todas las cosas bajo tu temor. Señor, enséñame a guiar mi vida dirigido por tu temor.
Dice proverbios que al principio la sabiduría es el temor de Dios. ¿Quién no quiere ser sabio? ¿Quién no quiere realmente hacer las cosas bien y que todo salga bien en la vida? Pero dice que el momento. ¿Quién no, como dice aquí, quieres una vida larga y próspera? ¿Quién no quiere una vida larga y próspera? ¿Quién no quiere terminar rodeado de cosas buenas? Pero sí dice algo importante.
La primera señal del temor de Dios es refrenar la lengua de hablar el mal. Apartarse del mal y hacer el bien. Buscar la paz y esforzarse por mantenerla.
Cuatro cosas muy concretas que expresan nuestro temor de Dios y que tenemos que aprender y mantener en nuestra vida como una disciplina. No voy a hablar mal de esta persona. No voy a murmurar.
No voy a chismosear. No voy a decir mentiras. Voy a apartarme del mal y a hacer el bien.
Porque no es solamente suficiente apartarse del mal. Podemos estar en una actitud de indiferencia ante el mal, pero también de indiferencia ante el bien. Entonces no es una excusa.
Es decir, yo no hago lo malo, entonces estoy bien. No. Yo no hago lo malo, pero hago lo bueno.
Buscar la paz y mantenerla. Qué difícil que es eso. Especialmente cuando vemos a nuestro red o tantas personas que van por sus propios caminos, que quieren conflictos, que muchas veces levantan calumnias contra otros.
Cuatro áreas muy concretas en este día para que tú pienses. ¿Cómo manejo mi lengua? ¿Cómo manejo mis acciones? Lo que estoy haciendo es para el bien de otros. Es por la justicia.
¿Cómo estoy siendo un pacificador? ¿O no? En mi contexto, en mi comunidad, en mi familia. O estoy montando fuego y prendiendo chimeneas por todos los lados. Dañando y haciendo el mal.
Bueno. Sabes que el Señor te ve. Estás consciente de eso.
Eso es el temor de Dios. Saber que Dios nos ve. Eso es el temor de Dios.
Saber que Él va a borrar de la faz de la tierra. Todo recuerdo el malo, dice aquí. Pero también saber que a los que temen a Dios tienen con Él una presencia segura.
Y algo muy importante. Una garantía para el rescate y para que Dios escuche sus oraciones. Porque Él está cerca de los que le temen.
Así es sencillo. ¿Quieres tener cerca a Dios? Entonces refrenate el mal. Hace el bien.
Dios te bendiga.