En este último episodio de esta semana termino de hablarte de este tema tan importante para nuestro discipulado, y cómo puedes cultivar un espíritu humilde en tu alma.
En mi caso he tratado con debilidades disfrazadas de piedad, que es “orgullo espiritual. A veces es bueno ser ambicioso, pero las motivaciones también son importantes. Suena bien querer alcanzar lo máximo, lograr el mayor impacto posible, alcanzar y ayudar a otros. Ser espiritual y virtuoso, es muy valioso. Tener compasión y ser sensibles, pero no somos salvadores. Pero cuando se confunde que te vuelvas el salvador, se convierte en un problema, porque ese puesto solo lo tiene Él.
No sé si has luchado como yo con ese terrible complejo mesiánico, que en últimas es orgullo y ambición. Tratamos mucho este tema en nuestro seminario de Cuidado Integral, porque es una lucha constante en el contexto del liderazgo y las misiones.
Es insostenible dicha ambición y complejo mesiánico que tantos tenemos, que nos ha llevado muchas veces a violar nuestros propios límites de auto-cuidado, a descuidar nuestra vida espiritual, nuestras familias y nuestras prioridades.
Permanentemente nos encontramos con líderes agotados, con sus familias cayéndose a pedazos, porque fueron ambiciosos y se dedicaron a otros y a la obra, sin proteger sus corazones, dejando de cultivar un corazón manso y humilde que reconocía que no somos indispensables ni necesarios.
Siempre me pregunté cómo fue que Jesús lidió con una gran multitud, en la cual a veces hubo días en que todos fueron sanos, pero otras veces no. La multitud de la cual tuvo compasión y alimentó, la misma que, luego, pediría que le crucificaran. No todos le siguieron, no todos fueron convencidos. Aparentemente no todo lo logró acá, si bien estaba bajo la Promesa, y él completó su obra, muchos le juzgaron por eso.
Y vamos más allá. ¿Cómo hizo cuando Sus amigos lo dejaron e incluso lo traicionaron como Judas, con quien tanto compartió? ¿Cómo lidió con esa angustia de no lograrlo todo en su momento y soportar con paciencia la prueba más terrible que podría padecer un ser humano?
Sin duda, lo que lo sostuvo y lo rescató de la angustia fue la conciencia de que Su Padre todo lo ve, y podía entregar en oración TODO mientras pedía ayuda con lo que no podía lidiar. Sí hubo cosas que dijo: no puedo con esto.
Aquí una pequeña guía anti-orgullo:
- Considera que puedes estar equivocado en alguna posición, doctrina o ideología: En este tiempo de radicalismo y polarización es mejor tener más preguntas que respuestas. No lo sabes todo.
- Cultiva una espiritualidad sana. Niégate a ser hipócrita y di la verdad. Si te preguntas como estás y no estás bien di la verdad. Renuncia a tu propio fariseo todos los días.
- Acepta tus limitaciones y aprende a pedir ayuda y a recibirla, sin excusas.
- Protege y respeta tus propios límites, siendo consciente de que no eres Dios.
- Renuncia a la ambición, con la confianza en que tu herencia ya está protegida. Tú no tienes que ganarte la bendición, tu ya tienes la bendición.
- Conviértete en un ejemplo al cual muchos puedan imitar.
El regalo en medio de nuestra vulnerabilidad frente a nuestra tendencia farisea, orgullosa y perfeccionista, está abierto. Hay descanso de poder tener en Él una identidad sana y libre, con mansedumbre y capacidad de reconocer que seguimos en construcción mientras estemos en esta tierra. Si podemos dejar de ver el mal del otro, y nos podemos concentrar en el bien que Dios quiere construir en nuestro corazón, todo va a ser mucho más esperanzador.
Hay un buen antídoto que escuché en una consulta con la United Word Mission sobre el tema de la formación espiritual. Nos dijo Eduardo Tatángelo algo muy poderoso:
“No somos ni secretarios privados De Dios, ni tenemos su franquicia exclusiva, no hemos develado todo el misterio. Dios quiere que lo encontremos así sea a tientas. Así que frente al misterio nos queda la humildad, de no saber mucho y tener todas las respuestas”.
Maravillosa posición. Espero que esta semana puedas disfrutar del misterio de todo lo que no sabes y no entiendes.